jueves, 7 de mayo de 2009

Viaje a L'Alguer / Alghero, en Italia





Playa cerca de l'Alguer/Alghero, en Italia

Playa en l'Alguer / Alghero, en Cerdeña (Italia)
Naturaleza paradisíaca en pleno Mediterráneo
Foto: www.hotel-alma-alghero.it

Sin necesidad de desplazarnos a otros continentes distintos al europeo, podemos encontrar lugares fascinantes a los que viajar, llenos de novedad e incluso de exotismo.

En esta ocasión sugerimos en VIAJESIA viajar a L'Alguer (Alghero en italiano), ciudad que se encuentra en el noroeste de la isla de Cerdeña (Sardegna en italiano).

En las comunidades del Estado Español donde se habla catalán se conoce bastante bien la existencia de L'Alguer, por cuanto en esta localidad se habla un dialecto del catalán, el alguerés, influido por la vecina lengua sarda y por el italiano oficial.

L'Alguer/Alghero y sus alrededores nos ofrecen una cantidad ingente de atractivos, y de todo tipo, maravillas hechas por el hombre y maravillas de la naturaleza.

Como ya hemos dicho, la ciudad de L'Alguer se encuentra en la costa noroccidental sarda, en la provincia de Sassari, y puede accederse a ella por barco o bien por avión (además de contar con buenas comunicaciones por carretera con el resto de las localidades de Cerdeña). A únicamente 13 quilómetros del núcleo urbano de L'Alguer se encuentra el importante aeropuerto de Fertilia.

Numerosos son los monumentos que pueden visitarse en L'Alguer; vetustos palacios y hermosas iglesias festonean la ciudad. En esta ocasión nos limitaremos a sugerir una visita a la bellísima Catedral de Santa María, comenzada sobre el año 1.500; cuenta con un campanario octogonal magnífico.

Los amantes de las playas están de enhorabuena en L'Alguer: próxima al centro de la ciudad se encuentra la playa de Lido, frecuentada por turistas y autóctonos; muy próxima también se encuentra (a sólo 1 quilómetro del centro) la playa Maria Pia, que cuenta con una gran extensión arenosa.

Desde L'Alguer en dirección al famoso cabo Caccia (capo Caccia), nos encontramos con espléndidas playas, de aguas transparentes, como la de Lazzaretto, ideal para el baño de familias con niños, por la escasa profundida del mar. Partiendo de aquí nos topamos con preciosas calas, gemas de soledad y espíritu salvaje para aquellos que gustan de la intimidad, hasta llegar a la playa "delle Bombarde", perfecta para inmersiones y para la práctica del surf.

Más adelante en nuestro viaje hacia el cabo Caccia, cerca del parque de Porto Conte, tenemos la playa Mugoni, que cuenta con aguas bajas, muy indicada para un buen baño, incluso para aquellos que no saben nadar.

Existen numerosas calas, más allá de la playa Mugoni, con aguas límpidas como cristales, y algunas de ellas son merecidamente famosas, como Cala Viola y Cala Dragunara, ésta última muy conocida por los buceadores que aman los fantásticos fondos marinos, plenos de colores de vida; en esta última cala, además, hay un pequeño muelle desde donde es posible embarcar hasta las Grutas de Nettuno (Grotte di Nettuno), ya en el cabo Caccia.

Existen alrededor del cabo, además de las grutas mencionadas, otras no menos famosas, como la Gruta Verde. Alrededor del cabo se alinean algunas sorprendentes isletas y farallones, cuya visión deja fascinado al viajero. Pero este mundo fantástico del Cabo Caccia, sus grutas, islas y naturaleza salvaje, lo dejamos en VIAJESIA para otra ocasión. Seguramente cuando tratemos de todo ello nos adentraremos en el terreno de la poesía, de alguna manera, porque la belleza de estas tierras que se adentran en el Mediterráneo más puro, horadadas de mágicas grutas, con islas como pájaros celestes varados en la mar, son embriagadoramente bellas para cualquier viajero.

Isleta en Cerdeña

De la misma forma que queda para otro post en VIAJESIA hablar de los conocidos "nuraghi", antiquísimas construcciones de piedra, como los poblados de Palmavera y Sant'Imbenia. De igual manera son muy interesantes las necrópolis de Anghelu Ruju y Santu Pedru.

Las bellezas de L'Alguer/Alghero, la ciudad catalana de Italia, son tantas que es imposible cubrirlas en unos pocos artículos. Volveremos en VIAJESIA a esta costa privilegiada, conocida como la Riviera del Coral (Riviera del Corallo). Volveremos para informar sobre sus maravillas inagotables, su mar de colores imposibles, su naturaleza mediterránea bien conservada, sus grutas marinas, sus islas-pájaro, el tesoro de sus playas, sus monumentos y sus gentes.

Juan Bielsa




miércoles, 8 de abril de 2009

Semana Santa en el Bajo Aragón histórico







Semana Santa en el Bajo Aragón histórico - Ruta del Tambor y el Bombo

Cartel anunciador de la Ruta del Tambor y el Bombo
Bajo Aragón histórico

En las diferentes comunidades españolas existen numerosas y variadas manifestaciones populares de fe en la Semana Santa.

En esta ocasión vamos a sugerir en VIAJESIA hacer una visita a algunas de las localidades del Bajo Aragón histórico donde se desarrollan sus famosas procesiones de tambores y bombos.

Hay establecida una Ruta del Tambor y el Bombo desde hace ya muchos años, y en esta ruta quedan englobadas las siguientes poblaciones: Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén.

No sería en modo alguno acertado el recomendar la visita de forma preferente de las procesiones de una población en detrimento de otras, por cuanto cada una de ellas tiene su idiosincrasia y su encanto. Hay poblaciones como Calanda cuyas procesiones cuentan con el marchamo de ser las precursoras y las más tradicionales. También Calanda puede hacer gala de haber contado con la pasión que el gran Luis Buñuel sintió por esta fuerza telúrica del tambor en las procesiones.

En muchas ocasiones los medios de comunicación se ciñen en sus informativos a los tambores y bombos resonando en las calles y plazas calandinas. Pero como afirmábamos antes, cada pueblo cuenta con sus atractivos particulares en sus procesiones. Desde las procesiones más tumultuosas de Andorra, muy bellas y vitales, iluminadas desde lo alto por la ermita de San Macario hasta las procesiones más recogidas y humildes, pero no por ellos menos hermosas, de Urrea o Samper, pasando por las señoriales procesiones alcañizanas.

Infinidad de sorpresas y sensaciones aguardan a quien viva de cerca las larguísimas procesiones de tambores y bombos, tocados con maestría por cientos de personas, niños, muchachas, jóvenes y ancianos... muchas de las cuales se entrenan durante mucho tiempo para este evento. Belleza de una armonía musical que parece emanar de la tierra con una fuerza mística, y que se une a la belleza de la imaginería religiosa y al fervor de las cofradías.

En el Bajo Aragón, la Semana Santa es dolor y es alegría, estruendo y silencio, esperanza e iluminación. Todo parece ascender hacia lo alto en estos días, la fe, el sonido vital de los tambores, las luces de los pasos iluminados, la esperanza y el amor de María, el Cristo resucitado.

Toda persona que sea testigo, por ejemplo, en Andorra, del llamado "romper de la hora", quedará marcada en su corazón por el súbito estallar de tambores y bombos a las doce de la noche de Jueves Santo. Del silencio se pasa en segundos a una apoteosis de sonido, como una gigantesca tormenta cuyos truenos gigantescos se elevasen armónicos hacia la gran noche, como una poderosa oración. Una vez "rota la hora", una gran muchedumbre acompañada por el repique de los tambores asciende hasta lo alto del monte de San Macario, haga buen tiempo o hagan la llovizna o el frío acto de presencia, donde San Macario aguarda en su preciosa ermita, entre carrascas y pinos, a sus entrañables visitantes, donde San Macario aguarda a su amado Cristo.

Tantas cosas maravillosas podrían decirse de la Semana Santa en el Bajo Aragón histórico... Y sin embargo, las palabras de poco sirven para pintar su belleza y su poder. Sólo una visita y un corazón abierto pueden captar y acoger la plegaria de los tambores, de las gentes de estas comarcas aragonesas, Bajo Aragón, Andorra-Sierra de Arcos, Bajo Martín. El gran calandino universal Luis Buñuel captó la infinita luz sonora de esta arraigada tradición.

Juan Bielsa